martes, 16 de junio de 2009

Hombres y Mujeres de Acción

Cada uno es libre de lamentar que nuestras modernas democracias aumenten cada vez más nuestras cargas imponiendo a todos los ciudadanos una mayor participación en la vida pública. Esta obligación no es sin embargo menos indiscutible. Obligación tanto más imperiosa cuanto que en este terreno los bienes más sagrados corren el riesgo de perderse por defección de los mejores.

¡A la acción pues!

«Ya no hay tiempo que perder. El tiempo de la reflexión y de los proyectos ha pasado; es la hora de la acción. ¿Estáis dispuestos? Los frentes contrarios en el campo moral se van delineando siempre con claridad creciente cada día; es la hora de la prueba. La dura batalla, de la que habla San Pablo, ya está empeñada: es la hora del esfuerzo intenso. Hasta unos pocos instantes pueden decidir la victoria»

Es posible que nunca la salud de la sociedad no haya dependido tanto del esfuerzo de un pequeño número.

Además, es preciso que este pequeño número vele y sepa amar.

Algunos sobresaltos, algunos movimientos de cólera tardía, no harán nada.

Guardémonos de merecer que nos digan lo que la madre del último rey moro de Granada pudo lanzar a su hijo cuando perdió la capital: "Es inútil llorar como un niño lo que no se ha sabido defender como hombre".

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